Como cuidadores, todos compartimos el mismo objetivo de querer que nuestros niños tengan un futuro saludable y exitoso. Sin embargo, los niños pueden pasar por momentos angustiosos o traumáticos. Al reconocer las señales de trauma desde el principio, podemos brindar la atención necesaria para apoyar el bienestar de nuestros niños.
Enfrentar situaciones extremadamente difíciles puede generar un trauma en los niños. Este trauma puede dificultar que los niños vuelvan a sentir estabilidad y seguridad, regulen sus emociones o tengan la capacidad de manejar y responder a sus emociones de manera adecuada. Situaciones como accidentes graves, desastres naturales, violencia, pérdidas o cambios significativos en la vida pueden causar una respuesta traumática en los niños.
Reconocer el trauma en los niños desde el principio permite intervenir y brindar apoyo de inmediato. Es más fácil proteger a los niños de desarrollar estrés tóxico cuando se atiende el trauma en sus primeras etapas. El estrés tóxico ocurre cuando un niño vive adversidades continuamente sin el apoyo necesario de los adultos en su vida. Puede provocar efectos físicos, mentales y emocionales a largo plazo que pueden afectar su desarrollo y bienestar general.
La respuesta de cada niño al trauma puede ser única y estar influenciada por su edad, etapa de desarrollo y más. Es importante controlar su salud física y emocional y estar atento a cualquier cambio importante en su personalidad o comportamiento.
Las señales emocionales de un trauma pueden incluir un gran aumento del miedo, la ansiedad, la tristeza, la irritabilidad o un cambio notable en su estado de ánimo general. Los niños que han vivido un trauma pueden tener muchas más dificultades para controlar sus emociones. Un aumento repentino de berrinches, enojo u otras emociones intensas puede indicar que tu niño está teniendo dificultades para enfrentar una situación difícil.
Los niños que han vivido un trauma pueden mostrar cambios repentinos en su comportamiento. Las señales de comportamiento para tener en cuenta incluyen un aumento significativo en la agresión, aislamiento, evitar actividades que antes disfrutaban, alteraciones del sueño repentinas e inexplicables, o dificultades inusuales para concentrarse. Estos comportamientos pueden servir como maneras que no son saludables de enfrentar el trauma o intentos de recuperar una sensación de control sobre sus vidas.
Las señales físicas de trauma pueden incluir un aumento repentino de dolores de cabeza, dolores de estómago, cambios en el apetito, fluctuaciones de peso o molestias físicas sin ninguna causa médica aparente.
El trauma puede causar una regresión en el desarrollo, lo que significa volver temporalmente a comportamientos que ya habían superado. Puede ser una manera para ellos de enfrentar el impacto del trauma y puede incluir comportamientos como volver a hacerse pipí en la cama después de aprender a ir al baño, chuparse el dedo o hablar como un niño más pequeño. Estas regresiones normalmente son temporales y forman parte del proceso del niño para enfrentar el trauma.
Ciertos detonantes, como imágenes, sonidos y olores asociados con el evento traumático, pueden traer recuerdos angustiosos o “flashbacks” y pueden hacer que tu niño sienta un miedo intenso, tenga ataques de pánico o pesadillas vívidas.
Siempre es importante recordar que los niños pueden mostrar uno o dos de estos signos de vez en cuando, pero eso no significa necesariamente que hayan pasado por un trauma. Los cambios extremos e inexplicables en las respuestas emocionales, los comportamientos y la personalidad de tu niño son los indicadores más importantes de que algo podría estar mal.
Si notas señales persistentes o graves de trauma en tu niño, el mejor paso a seguir es buscar un terapeuta, consejero o proveedor de salud mental que se especialice en tratar el trauma en los niños. Buscar ayuda es una señal de fortaleza, especialmente cuando puedes encontrar soluciones para cuidar el bienestar de tu niño.
Los cuidadores también pueden ayudar a proteger a los niños de sentir los efectos del estrés tóxico y ayudarlos a enfrentar experiencias difíciles. Las maneras más impactantes de apoyar a nuestros niños son brindándoles seguridad, constancia y afecto. Esto incluye mantener rutinas constantes, establecer límites claros, ofrecer relaciones estables y seguras, promover la comunicación abierta y mostrar afecto físico, como dar abrazos y cariños. Encuentra más consejos para desarrollar la resiliencia de tu niño. Puedes buscar consejos según el tiempo que tengas disponible y la edad de tu niño.
