Aquí aprenderás las diferencias entre la disciplina y el castigo. Comprenderlas puede ayudarte a enfrentar y resolver mejor los momentos en que el comportamiento del niño se hace difícil de manejar.
La disciplina se enfoca en enseñar positivamente a los niños cómo tomar buenas decisiones y controlar sus acciones. Es un proceso a largo plazo que ayuda a los niños a desarrollar el autocontrol, la empatía y la comprensión de cómo actuar apropiadamente en situaciones sociales. Los objetivos de la disciplina incluyen el crecimiento, el aprendizaje y el cambio de comportamiento positivo. Ejemplos de estrategias de disciplina son:
Tiempo fuera (o time-out, en inglés)
Redirección y distracción
Consecuencias lógicas, como separar a los niños que se están peleando.
En cambio, el castigo se centra en las consecuencias del mal comportamiento del niño. El castigo normalmente es a corto plazo y tiene como objetivo hacer que los niños se sientan mal por sus acciones y evitar que repitan el comportamiento. El castigo puede provocar miedo, ansiedad y resentimiento hacia el cuidador que lo aplica. Ejemplos de estrategias de castigo son:
Quitarle un juguete que le guste mucho
Imponer una rutina estricta que limite la libertad del niño
Asignarle quehaceres adicionales
Los expertos generalmente recomiendan usar estrategias de disciplina en lugar de castigo. Los estudios han demostrado que la disciplina es más eficaz para fomentar un comportamiento positivo y crear una relación saludable entre el cuidador y el niño. El castigo puede tener consecuencias negativas no deseadas, como una reducción de la autoestima y un aumento de la agresión, al tiempo que también puede disminuir la confianza del niño en su cuidador.
Sin embargo, la decisión depende de tu estilo y creencias de crianza específicos. Si decides usar el castigo, es importante limitar su uso y equilibrarlo con las estrategias basadas en la disciplina. Los expertos recomiendan mantener el amor y la confianza con tu niño explicándole que tus acciones tienen como objetivo ayudarlo a aprender y crecer, y no de lastimarlo o menospreciarlo.
Es importante destacar que los expertos advierten que los cuidadores nunca deben usar palabras extremadamente bruscas ni castigos físicos, como golpes o nalgadas, con sus niños. Cuando los padres usan palabras bruscas o castigos físicos, pueden afectar negativamente el desarrollo cerebral y emocional de los niños. Esto puede hacer que los niños se sientan molestos, tristes o incluso enojados, lo que en realidad puede aumentar el mal comportamiento y disminuir la salud mental.
Aquí te damos algunos escenarios comunes en los que los cuidadores probablemente necesitarán para ayudar a guiar el comportamiento de su niño. Aunque el castigo debe usarse lo menos posible, se puede aplicar cuando un niño continúa teniendo un comportamiento inaceptable, aún después de que se haya utilizado el enfoque disciplinario.
Escenario 1: Un niño de 4 años hace un berrinche en la tienda cuando le niegan un juguete que quería.
Enfoque disciplinario: El cuidador permite que el niño exprese sus emociones y valida sus grandes sentimientos. Le explica por qué el niño no puede tener el juguete y luego redirige su atención a otra cosa.
Enfoque de castigo: Si el niño no puede ser redirigido y su comportamiento podría causar daño a sí mismo o a otros, el cuidador puede intentar imponer una consecuencia estricta. Por ejemplo, puede no permitir que el niño juegue con su juguete favorito en la casa ese día, o no darles un gusto especial, como por ejemplo ir al parque.
Escenario 2: Un niño de 3 años se niega a comer todos sus vegetales durante una comida.
Enfoque disciplinario: El cuidador tiene una conversación con el niño sobre la importancia de comer vegetales para su salud y crecimiento. En lugar de obligarlo a comer lo que hay en el plato, podría ofrecerle diferentes verduras en el futuro o intentar presentarlas de una manera más atractiva.
Enfoque de castigo: Si el niño no prueba ninguna verdura después de muchos intentos diferentes por parte del cuidador de hacerlas más atractivas, el cuidador podría imponer una regla de “no postre”. Es decir, el niño no puede comer postre hasta que termine sus vegetales.
Escenario 4: Un niño de 5 años miente acerca de completar sus quehaceres.
Enfoque disciplinario: El cuidador se sienta con el niño y analiza por qué la honestidad es tan importante, aún cuando comete errores. Enfatizan los valores de la responsabilidad y confianza, y le ayudan al niño a comprender la importancia de completar los quehaceres del hogar.
Enfoque de castigo: Si el niño miente repetidamente acerca de completar sus quehaceres, el cuidador puede intentar quitarle un juguete o aparato electrónico favorito durante un período de tiempo como consecuencia de la mentira.
Mientras ayudas a guiar a tu niño a través de estos diferentes escenarios y más, es importante enfocarte siempre en crear un entorno de apoyo que mantenga el amor y la confianza entre el niño y su cuidador.